Afuera. Sabés del afuera, todo es violencia en nombre de la libertad y palos a jubilados.
En el bodegón una piba cantaba acompañada de su guitarra y se oía como olas que arropan la arena.
Te comentaría de Plath y su atrocidad de los atardeceres. O Ernaux: En mis textos, tengo la impresión de estar cavando siempre el mismo hoyo; sus diarios sin plazos de publicación, un mero estar ahí, una zona en construcción.
Maravillosa definición de la escritura.
O más adelante:
Lo que escribo en un diario, sea del tipo que sea, se nutre del presente. Por diferentes razones, ciertamente, como fijar una emoción, un encuentro, unas dificultades de la vida o de la escritura, con la convicción de que escribirlas me ayudará de una manera u otra. El diario es el depósito de la fugacidad.(*)
Quizás no habría lecturas, ni comentarios. Son arteras las casualidades, sí la complicidad tácita de un reencuentro, un diario sin plazos. No sé si suficiente, un primer paso que no estaba mal.
(*) Annie Ernaux, La escritura como un cuchillo, edición digital.
Por alguna razón la gata me despertó temprano. Ignoro dónde está ahora, pero desde hace días, ronda intranquila por la casa, como si se solidarizara con nosotros.
Afuera, desorientación. Tejido social hecho pedazos, apología de la crueldad, violencia de género. Podría seguir enumerando. De nada sirve. O sí. Lecturas a las que aferrarse:
La poesía era ver nieve en verano, escribe Cecilia Pavón (*).
Un televisor encendido con el documental de Wim Wenders, Buena Vista Social Club.
Está en Mubi.
Me dejo llevar por la música cubana, tonada de liberación y sufrimiento, si las hay.
Los preparativos de la cena. Como trabajador de prensa —vaya paradoja— ignorancia adrede de una realidad atroz. ¿Ningún diputado o diputada va a presentar un proyecto de ley para echar a sus pares que visitaron a Astiz?
Mientras tanto, borradores que avanzan, textos que todavía no conforman un libro. O sí. Sin esperanza y sin desesperación.
Otra vez Cecilia Pavón: En realidad somos todos aprendices de los textos que leemos. Y unos versos más abajo: Escribir desde los sentimientos te enseña que no hay problemas en realidad, los problemas son siempre no poder sentir.
Me lo guardo. Para contrarrestar esta época patética.
(*) Del poema Corona de novia.
(**) En Querido Diario, en Poesía reunida, Blatt & Ríos, edición digital. (Foto libre de Unsplash).
En mi barrio hay días en que las vacas pastan en las veredas y los caballos se pasean impunemente por las calles, como salidos de otro tiempo y espacio. A nadie le sorprende, a pesar de que estemos en el siglo veintiuno.
No faltan expulsados que baten palmas. «Le barro la vereda, le corto el pasto, ¿Me presta una sierra para podarle ese árbol?». Crecen en número, junto a la exaltación de la individualidad y el desprecio a lo diverso, entre otras crueldades.
También hay un supermercado chino y sus ofertas. Allí se congregan vehículos último modelo y quienes ven en cartones, vidrios o cualquier cosa para reciclar, la oportunidad de arrimar algo a la olla.
Y que decir de la panadería que regala pan caliente a los que baten las palmas casa por casa. Bocanada de solidaridad.
De la lejanía, música del altiplano. Quenas y sikus son interrumpidos por la voz pastosa: «la papa, la batata, la cebolla, la zanahoria, señooora… aproveche la oferta señoora», se escucha desde un camioncito destartalado que avanza de milagro. Otra pausa. Más quenas y sikus, en un atisbo de poema barrial que irrumpe en la indolencia de la mañana.
Camino por una ciudad abandonada (tentado de escribir arrasada). Es lunes, pero no lo parece. Solo veo desamparados, desposeídos de toda fe como limpiavidrios, motos de mensajería, algún que otro adolescente.
Un centro como grotesca película de terror. El banco parece un buen lugar para leer.
La voz rezuma angustia, acorde a los tiempos que corren.
Les quitaron las pensiones a un matrimonio de personas con hipoacusia. Vinieron acá, junto al empleado del banco que no pudo pagarles, a preguntar por qué. Y no tenemos respuestas, porque ni siquiera hay un delegado nacional que dé la cara por estas decisiones, cuenta una voz en Anses, la que se salvó de los despidos.
Es una nana que se aloja en el esternón o en el estómago, depende de su humor.
A veces, esa nana duele más. En otras, se la ignora con el trajín diario, hasta que la trompada es tan fuerte que no podeś levantarte de la cama.
Escribo en penumbras. Casi como el país, veo al futuro repetir el pasado/veo un museo de grandes novedades. Algo así.
Hoy me desperté con esa opresión. Colabora un día gris. Parece que va a llover.
Quizás debiera escribir sobre la imposibilidad de escribir, la cerrazón de las palabras, el cacheteo diario de la realidad. O debiera cambiar de lecturas, apostar a Corin Tellado.
Sí debiera asistir a eventos y no quedar como un ingrato. Menos mal que queda el arte contra un afuera tan noventa y de espanto. Desconfiar de la palabra resistencia. Contragolpe. O contraataque, quizás.
Mi gata oye el tamborilear en el teclado y se sienta a mi lado, casi montando guardia. Ya hizo su recorrida, espantó gatos ajenos (y propios). Ahora descansa.
Afuera una claridad llana toma forma de día.
Son treinta mil. Las políticas de Memoria Verdad y Justicia encarcelaron a miserables que torturaron y asesinaron personas, robaron bebés, picanearon y violaron mujeres. Ocupar la calle el 24 de marzo contra el Terrorismo de Estado. No discutir con negacionistas, ni dejarse avasallar por ignorantes.
Manifestarse para no olvidar una realidad podrida que te hacía saber y sentir que estabas a la intemperie, en descampado y rodeado de animales feroces (*). También para construir hacia adelante, desde el llano. Y para eso hay que caminar, empecinados en no aceptar esa realidad egoísta, asfixiante, cruel.
Empecinarse. Escribir es empecinarse también.
«… lo que se incluye en todo relato son miradas, evocaciones de lecturas, sueños, informes fragmentarios de acontecimientos que pudieron suceder y que en verdad no importa si sucedieron a no, porque en la literatura lo interesante no está en lo verídico sino en lo posible. Que es más estimulante. Somos en este sentido Barteblys, sujetos que son más enigma y empecinamiento que obra.».(*). Hermosa novela a la que le demoro el final, quizás para no sentirme desamparado, como sucede con las buenas obras.
Las penumbras se alejan, al menos las del día.
(*) Citas y fragmentos de Esto nunca existió, de Mempo Giardinelli, Edhasa, 2022.
Vi Muchachos. Emotiva conmemoración. Pocos espectadores en un cine vacío. Lo que más me sorprendió fue que no hubo aplausos, el silencio cuando finalizó la película. Parecen tan lejanos los festejos. Otras cosas preocupan. La motosierra empuja a todos a la pobreza y buscan imponer la indigencia a palazos. No les será tan sencillo.
Apareció entre las hojas de un libro. Era un barco de papel aplastado. Tiré de las puntas con delicadeza y se abrió listo a flotar, no sin evocar recuerdos de origamis por la casa; encallados en la mesa, bajo la almohada, en bolsillos sin un peso, pero sostenidos «por el corazón sobre todo», canta Estelares.