Pasteur al 600

La vi apoyada contra el vehículo. Aire casual, manos en el tapado negro. Tenía la mirada ausente, como aguardando al tiempo. El frío me cortó el rostro y ajusté el cierre de la campera. No podía dejar de mirarla, su presencia contrastaba con los arboles sin hojas y la tristeza que parecía posarse sobre Buenos Aires.

La calle Pasteur estaba transitada, como todos los lunes. Habían pasado las 9,50 cuando llegué a la puerta de la Mutual. Ella me miró y amagó una mueca triste que no mudó en sonrisa.

Continuar leyendo “Pasteur al 600”