Muchachos

Vi Muchachos. Emotiva conmemoración. Pocos espectadores en un cine vacío. Lo que más me sorprendió fue que no hubo aplausos, el silencio cuando finalizó la película. Parecen tan lejanos los festejos. Otras cosas preocupan. La motosierra empuja a todos a la pobreza y buscan imponer la indigencia a palazos. No les será tan sencillo.

¿Se puede recuperar la alegría? Hay un afuera que parece decir lo contrario. Refugiarse adentro cuando todo se derrumba parece un buen plan –cortoplacista– para no hundirse.

Abrazar(se) a los afectos, aunque el Titanic vaya directo al iceberg. Fingir demencia, leído por ahí, casi a diario. Una entrada que no va de nada. Y de todo.

¿Fiestas? Algunas casas cuentan con luces de Navidad, las menos. Los bastones acechan, también vos y yo. El Acústico de Attaque que gira y gira contra esa nada que parece colarse por todos lados. Aferrarse a una rutina. Hasta el amanecer. No dejarse atemorizar.

Viernes por la noche. La ciudad se puebla de náufragos excluidos y sus bolsitas de residuos para vender (las de todo el día), medias, alfajores o solo con carteles pidiendo limosna. Un hombre duerme en un charco de orina frente al Monumento a San Martín en pleno centro de Neuquén capital. Solo hay que saber (o querer) mirar.

Escribir también es registrar, para quebrar la mirada perdida en el espejo, el gesto parco.

Alguna vez fui feliz escribiendo.

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