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Cuando llueve, el bidón queda escondido en un árbol o bajo los ligustros. De nada valdría dejar la casilla de cartón, donde la barda marca el fin del mundo y el calor del cuerpo de la China es el mejor plan. Pero el abrazo no alcanza para arrimar algo a la olla y hay que salir igual a hacerse la diaria.
Se encapucha y cierra la campera ligera, de buzo, descosida en los puños, El abrigo es una humorada y camina las cuadras que lo separan de la parada del ómnibus.
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