Imagen: Needpix.
Negra y verde. Guardaba las piezas ahí. Papá, su voz. Sentado bajo la parra miraba más allá de la enredadera que trepaba por la pared del patio. Catalán era. Bueno, eso decía tu abuelo.
El llamador de ángeles cuelga del farol. Oxidado y cubierto de telarañas emite un tintineo de bienvenida. Los tubos se entrechocan, preludian el aguacero oscuro que se parece a la casa a la que demoro mi ingreso. Jugueteo con el manojo de llaves enlazadas al motivo de Molina Campos que le compré de apuro en la terminal, en esa visita en que la Pauli me dijo que le quedaba poco y él comenzaba a desvariar, enmarañado entre la realidad y los sueños, como su enredadera.
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