“Demasiado lejos” y tan cerca, la novela de Malvinas de Sacheri

Agoniza marzo. Dos mozos observan la represión en Casa de Mayo desde Casa Rosada. Hacía tiempo que no se veían cosas de estas, dice uno de ellos.

Así comienza Demasiado lejos, de Eduardo Sacheri. Novela que entrelaza la vida de tres familias, un equipo diplomático cuatro parroquianos, dos mozos en Casa Rosada y la Junta Militar en una sola causa: recuperar Malvinas.

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Un triciclo contra una locomotora

Ernesto milita en el ERP y Antonio, el Cabezón, en Montoneros. El primero integra el comando Ho Chi Minh y está clandestino. El segundo, en una Unidad Básica de Combate (UBC), sin clandestinidad total y con trabajos en la superficie. Amigos desde la infancia, necesitan verse de vez en cuando. A pesar del peligro y de que no es seguro.

Nosotros dos en la tormenta, de Eduardo Sacheri, retrata la década del setenta. Personas de a pie, militantes comprometidos y otros que que viven en su mundo, pero que no pueden escapar al torbellino de una época convulsa.

Ambientada en 1975 y dividida en las estaciones del año, la novela transita entre las actividades de las células guerrilleras y la vida cotidiana. Para Antonio —en algún momento— la alegría y la esperanza de un mundo más justo, ya no es completa. Y entonces duda.

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El guiso de lecturas a la hora de escribir

Sacheri estuvo en la Feria del Libro de Neuquén y dio una amena charla sobre el oficio. La diferencia entre cuento y novela, la paciencia a la hora de escribir para escuchar a los personajes, conocerlos, animarse a fracasar, que también forma parte de un guiso que se cocina en nuestras cabezas.
“Lo primero que escribí fue una carta a mi viejo, una carta simbólica, una carta inútil, una carta imposible de olvidar. Y me hizo bien escribirla, sin un destinatario más que yo mismo.”
“Empecé a escribir cuentos porque los podía escribir en uno o dos días. Y no es que sea más fácil escribir un cuento que una novela. Son complejidades diferentes, pero la ventaja de escribir cuentos, es que en poquito tiempo, te avivás si camina o no camina. Capaz que lo escribís en uno o dos días, aunque después lo corrijas un montón”
“Yo siempre lo comparo con cruzar un río. En el cuento ves la otra orilla. Te metés a nadar y ves la otra orilla. Y la corriente te lleva, terminás en un lado u otro. Si la cosa camina mal, pegás la vuelta, porque seguís viendo la orilla de la que partiste. Yo demoré unos cincuenta cuentos y tres libros para decir que me iba a animar a escribir una novela, porque la complejidad de la novela es que te metés a nadar en un río cuya otra orilla no ves. Y cuando te metés a nadar, trabajás dos, tres meses, levantás el cogote y lo que ves es agua, para donde mires, lo único que hay es agua”.
Me quedo con aquello de que escribir hace bien. Aunque uno no sepa bien para qué.