“Lo que queda” en la Feria del Libro

El sonido de una notificación, las imágenes, mi alegría. Lo que queda empieza a circular y ya está en la la 46º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Quienes estén interesados en conseguir la novela, pueden acercarse al stand de la Cámara Argentina del Libro, el 322 en el Pabellón Azul, donde más de veinte editoriales asociadas exhiben sus catálogos.

Continuar leyendo ““Lo que queda” en la Feria del Libro”

¿Los ves?

Don Bravo se despertó con las primeras luces del alba. Se calzó las bombachas, las alpargatas de yute, la boina negra y salió del rancho. A unos metros, lo esperaba la casilla del baño con techo a las estrellas.

El mugido resonó en la lejanía. Cumplimentados los primeros menesteres, fue a mojarse la cara en la palangana, levantó la vista y el trozo de espejo que colgaba de la pared de su ruca, como le dijo alguna vez su amigo cona, devolvió las arrugas como surcos de arado a medio terminar y una incipiente barba.

Continuar leyendo “¿Los ves?”

Que la escritura arribe como un don

Descreer. Descreer del mundo equivale a interrogar las formas que lo sustentan.

Hacerlo es una forma de abandono, una renuncia a las ideas universales y la apuesta por una aventura a los límites de la mente.

Descreer, pues, para acceder a la condición de superviviente.

Descreer para que la escritura arribe como un don. (*)

Continuar leyendo “Que la escritura arribe como un don”

Qué cuenta “Lo que queda”

Tapa de “Lo que queda”.

Lo que queda es una historia de pérdidas. Personales y colectivas. Es mi tercera novela, una suerte de continuación de El porvenir es una ilusión, diez años después. Si leíste el libro anterior, reconocerás a los personajes. Y si no, no importa. Las historias pueden leerse de manera independiente.

Una familia transita el dolor de lo irreparable y busca volver a empezar, mientras afuera, un mundo desmembrado, fragmentario y egoísta parece devorarlo todo. Y de algún modo, esa pérdida está emparentadas con otras, colectivas y sociales.

Continuar leyendo “Qué cuenta “Lo que queda””

Diario de Semana Santa

Neuquén, martes 3 de abril de 2007, por la mañana

Otro día más de reclamo. Mi compañera sigue de paro y las posiciones son encontradas. Mi empleo transpira rutina por todos lados. Mejor, me permite repensar mis prioridades. Mi hija sigue creciendo. Casi seis meses y una sorpresa diaria: una mirada, una sonrisa, un “ta” de vez en cuando, el bálsamo de estos días agitados. Radio Universidad CALF cuenta todo, con el oído donde debe estar.

Continuar leyendo “Diario de Semana Santa”

El día que nunca terminó de encajar

Foto: Pixabay

Abrió los ojos. No necesitó mirar las manecillas fosforescentes para saber la hora. Soltó las imágenes del sueño y se tomó unos minutos, habituándose a la oscuridad, hasta que fue necesario levantarse. Despacio. Para no marearse.

El espejo del baño le devolvió las arrugas y los ojos oscuros, intensos. Todavía.

Continuar leyendo “El día que nunca terminó de encajar”

Todavía

La miríada de excluidos se adosan a la vida cotidiana. Para contrarrestar el desamparo un hombre sin cabeza hace piruetas con un paraguas y una malabarista juega con un sinnúmero de pelotas. Ninguna se cae. Tareas brillantes que requieren de precisión y la noción del tiempo que imponen los semáforos.

Continuar leyendo “Todavía”

Acá y allá

Caminaba abrumado por la noticia cuando levanté la vista y la vi, de pie, cerca de las vías del ferrocarril. Paseaba su perro, como todos los días.

Recorrí los metros que nos separaban y le sonreí, aminorando el paso hasta que quedamos frente a frente. Me miró con la profundidad terrosa de sus pupilas, acercó los dedos hasta sus labios y me sopló un beso, como cuando nos despedíamos en la puerta de su casa, aquel espacio con malvones y plantas recién regadas.

Continuar leyendo “Acá y allá”

Maullidos contra la indolencia

Cinco de la mañana.

Una de mis gatas y su maullido lastimero al mundo. Todos los días a la misma hora, un reclamo que no termino de comprender, aunque basta mirar alrededor para entender su inconformismo.

El cuerpo, sus facturas. Hoy fue indulgente con el dolor.

Sostiene Juan Mattio: “Hace unas semanas leí una frase de Joyce a Nora que me deslumbró: “dime que a mi lado no has visto tu corazón envejecer ni endurecerse”. Creo que es la forma de amor más exigente que se pueda concebir: que el amor no envejezca nuestros corazones”. Acaso allí apunta la queja de mi gata. “Hay que endurecerse sin perder la ternura”, el Che, en la misma sintonía.

Maullidos contra la indolencia, que la empatía no sea una batalla perdida.

Inundar el mundo de revoluciones, pianistas utópicos y minués inconclusos, planteó Soriano.

Demasiado tiempo sin escribir, sin escucharme. Ahí también una queja del cuerpo.

Vibración

Imagen: Pixabay

Tarde.

De voces en la calle. De reencuentros y sinsabores. Tarde propia, tarde de nadie, tarde de todos. Tarde para este texto.

Es probable que cuando leas estas líneas esté muy lejos. Y no es un eufemismo. Ni una metáfora. No sabrás más de mí. Supongo que no te hace falta.

Allá viene el tren. Puedo sentir la vibración bajo mis pies.