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Piedra sobre piedra, un rompecabezas incompleto, demediado.
La palabra como trabajo, la que designa el mundo para contar las miserias cotidianas.
Continuar leyendo «La amenaza de una sombra terrible»Cuaderno de notas, textos, reseñas; de Horacio Beascochea.
Piedra sobre piedra, un rompecabezas incompleto, demediado.
La palabra como trabajo, la que designa el mundo para contar las miserias cotidianas.
Continuar leyendo «La amenaza de una sombra terrible»Ordenaba unos papeles cuando se topó con la vieja libreta. La hojeó y recuperó apuntes, versos, trazos despatarrados.
En una de las páginas estaba su letra. Una lista intrascendente, trivial. Eso que dijiste (código secreto para los anticonceptivos) como prioridad.
Sonrió.
Continuar leyendo «Tus anotaciones en la libreta»Entró al bar con una solera que desnudaba unos hombros perfectos. Aros pequeños en forma de corazón, un brillo manso en la mirada. Era de ensueño. Se acodó en la barra y pidió una copa de vino.
—¿Mientras lo esperamos?
—Mientras lo recuerdo —dijo y mi sonrisa quedó trunca. Levantó las cejas para alejar mi incomodidad y un pedido desde el otro extremo me sacó del apuro. Serví el trago y la miré de reojo. Ella bebía sorbos pequeños, humedeciéndose los labios.
Continuar leyendo «El vuelo 3142»La tecla del punto se mueve inquieta en el teclado. No sé si es que pide a gritos una pausa. O que faltan pausas. Pero me mira. Nos estudiamos como dos jugadores de naipes que juegan sus últimas cartas. De redención o bancarrota.
La tecla del punto se mueve inquieta en el teclado. Algo quiere contarme. Y espero. Solo espero, como el viejo sentado en la vereda. Él habla por sus arrugas, la mirada mansa, las manos sobre el bastón, el perro a sus pies. Les sonrío al pasar y él devuelve el saludo, entornando los párpados.
Continuar leyendo «La tecla del punto»Convicciones a prueba de tropiezos algunas voces a cuestas varias canciones desencuentros lazos besos la belleza de la mañana y sus rumores premura de navegantes que naufragan en busca de sirenas la palabra y su trabajo increpan al lenguaje por asalto un verso exhausto habita la travesía de los abrazos.
Por lo general, me conformo con escribir mentalmente. Es más fácil. En la cabeza, todo se desarrolla sin dificultades. Pero, tan pronto uno empieza a escribir, las ideas se transforman, se deforman, y todo deviene falso. Por culpa de las palabras.
Agota Kristof, «Ayer», edición digital. Traducción de Manuel Percira.
Los veo siempre. Ella más joven, no sé si llega a los veinte años.
Él, unos diez más. Ambos limpian vidrios en la colectora de la ruta.
A pesar de la negativa generalizada no pierden la sonrisa. De tanto en tanto la piba lo llama y le estampa un beso, acaso la energía necesaria para volver a enfrentarse a la jauría de autos polarizados.
Continuar leyendo «Alivio contra la ferocidad»La mayor diferencia entre la prosa y la poesía no radica en una cuestión de ritmo, de música o de mayor o menor presencia del elemento racional. En estos rubros, en contra de la opinión corriente, prosa y poesía son iguales. La verdadera diferencia, diría la única, es que sólo hay una forma de escribir un poema, y es verso a verso, mientras no se escriben un cuento o una novela línea por línea. El cuentista y el novelista siempre saben un poco más de lo que están escribiendo; el poeta sólo sabe, de lo que escribe, el verso que lo tiene ocupado, y más allá de él no sabe nada; así, cada nuevo verso lo toma de sorpresa. Todo poema está fincado sobre la sorpresa de quien lo escribe y, en consecuencia, sobre su nula voluntad de construir algo, que se reafirma a cada paso, en cada verso. Siendo en mucha mayor medida que la prosa un arte de la escucha, la poesía debe ajustar cuentas con cada paso que da, antes de concebir el siguiente, y por eso carece de expectativas.
Continuar leyendo «Verso y prosa»Cuando todo se vuelve demasiado complicado y difícil de abarcar, suelo contemplar una fotografía en blanco y negro que tengo en la pared. Es una foto de cuando yo tenía nueve años. Estoy sentado en un pupitre, en el colegio de Sveg. Cuando veo esa cara llena de curiosidad y la certeza de que todo es posible en la vida, siento que vuelve la fuerza de querer comprender.
Continuar leyendo «La fuerza de querer comprender»vi en las morgues hay cadáveres, pequeños con delantal blanco la lluvia no cesa y hay cadáveres y en la plaza árboles monumentos edificios pelean su lugar con diez toneladas de bombas automóviles colectivos trolebuses camiones despanzurrados tranvías aceite combustible sangre sobre el empedrado húmedo y encima hay cadáveres trozos perros esquirlas de carne muerta y no más dolorida esa carne sacrificada la carne por la libertad cristo vence la democracia que muera el tirano que no murió
XXX ¿cuánta ternura no habrá sido desperdiciada pisoteada ¿en las tristes malezas del odio? ¿qué amor azul del aire al amanecer no habrá claudicado? ¿cuántos besos habrán perdido los amantes y qué madre no habrá amamantado ya más? carne sufriente son, almas dolidas voces que no cantan, plañen y ojos hartos de ver tanto dolor, ah magnolia muerta
(Poemas de “Cantares de Junio”, de Gerardo Burton).
El 16 de junio de 1955, aviones de la Armada y la Fuerza Aérea bombardearon la Plaza de Mayo en Argentina, además de disparar con ametralladoras contra el Ministerio de Economía y otros edificios públicos, en un intento de golpe de estado contra el gobierno del general Juan Domingo Perón.
El ataque causó al menos 308 muertos y miles de heridos.
Durante décadas, el hecho fue silenciado por la historia oficial.