Cuando todo se vuelve demasiado complicado y difícil de abarcar, suelo contemplar una fotografía en blanco y negro que tengo en la pared. Es una foto de cuando yo tenía nueve años. Estoy sentado en un pupitre, en el colegio de Sveg. Cuando veo esa cara llena de curiosidad y la certeza de que todo es posible en la vida, siento que vuelve la fuerza de querer comprender.
La breve glaciación interior queda atrás. Todo vuelve a ser como siempre. Todas las verdades sigue siendo provisionales. La búsqueda de la coherencia puede continuar.
No existe nada más importante, supongo.
(Mankell, Henning, «Arenas movedizas», Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Tusquets Editores, 2015, p.67.)