He visto a hombres fieros gritar de coraje o miedo y arremeter contra otros hombres.
He sentido el sabor pegajoso de la sangre en mi boca, adherida a la piel, con el olor de la muerte y sus ojos huecos.
He recordado a los que no se rindieron, hombres rabiosos que preferían morir en el desierto y regar la tierra con su sangre.
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