La verdad para cualquiera es algo muy complejo. Para un escritor, lo que se deja fuera dice tanto como las cosas que se incluyen. ¿Qué hay más allá de los márgenes del texto? El fotógrafo encuadra la foto; los escritores encuadran su mundo.
La señora Winterson protestó por lo que había incluido en mi libro, pero me parecía que el verdadero motivo de su enfado era lo que se había dejado fuera. Hay muchas cosas que no podemos decir porque son dolorosas. Confiamos en que las cosas que podemos decir suavicen el resto, o lo mitiguen en cierto sentido. Las historias son compensatorias. El mundo es injusto, inicuo, inescrutable, incontrolable.
Cuando contamos una historia ejercemos el control, pero de tal modo que dejamos un hueco, una apertura. Es una versión, pero nunca la definitiva. Y quizá confiamos en que alguien sea capaz de escuchar los silencios y la historia pueda continuar, ser contada una y otra vez.
Cuando escribimos ofrecemos el silencio tanto como la historia. Las palabras son esa parte de silencio que se puede expresar.
(De «La cuna equivocada», en ¿Por qué ser feliz cuando puedes ser normal, de Jeanette Winterson, edición digital).
Imagen de Gerhard Bögner en Pixabay