El almanaque, su dictadura

Volví a anotar palabras. No sin esfuerzo, porque el pulso hace de las suyas.
Poso: sedimento contenido en una vasija. Descanso quietud.
“Poso de melancolía”, no está mal, solo previsible.
El poso de la mañana encandilaba el amanecer que aparecía detrás de los cerros”, alguito mejor.
Abro la ventana. Recorro la casa, enorme y callada. O será el almanaque y su dictadura que hacen doler los huesos.
Desdoblo el pañuelo. Le quito algunas arrugas y lo extiendo en el respaldar de la silla. Falta para anudarlo bajo el mentón.
“Poso de memoria que le dejamos a quienes vienen”, eso sí.
El patio, otoño y sus amarillos. La gata al sol,al lado de mi silla. De vez en cuando mira, esperando mi compañía.” ¡Ya voy!”, le aviso,  y sirvo el té en una taza.


Publicado en Plan B Noticias

11 opiniones en “El almanaque, su dictadura”

  1. Lo predecible no resta verdad. Hay un poso de melancolía en tu texto, y quizás sea predecible porque no es nuevo. Y no sé de nadie que escriba esa melancolía tan bonito como tú.
    Y está bien huir de lo predecible si así llegas a esos otros posos. Incluso diría pozos, por hacer un juego de palabras que añada profundidad.

    Un beso grande, Horacio

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