Recibimos visitas. Recién se fueron. Mejor andá a dar una vuelta. Tres oraciones que confirman una cotidianidad violenta. Cuándo el cerco es inminente, ¿Se puede pedir ayuda a quien convive con el poder? Lo mismo se pregunta Francisco Amaro Villafuerte, delegado gremial, periodista e intelectual de eizquierda, en el gélido invierno de 1976 en Argentina, meses después del golpe de Estado.
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Una belleza simple
«Paseo por el bosquecillo de bambús.Continuar leyendo «Una belleza simple»
Estamos a principios de marzo. En la sombra, quedan restos de nieve aquí y allá. Camino lentamente sobre la tierra húmeda. Las camelias rojas de corazón amarillo aparecen entre los viejos bambús de color verde grisáceo. Es una belleza simple y serena que adoro desde que era niña.
Heredé este terreno de mi padre, junto con la casa y los campos que están más arriba. Siento un gran apego por este lugar salvaje y tranquilo y me gustaría dejarlo tal cual está. No obstante, es hora de limpiarlo para sembrar nuevos bambús. Si no, se convertirá en una maleza impenetrable y la operación al final resultará muy cara, así que debo actuar pronto.».
Sucede la vida
En Eso que pasa mientras, novela de Carlos Salgado, sucede la vida. Hugo vive con Mili, su hija de seis años y se lamenta la pérdida de Abela, su mujer. Docente y papá, transcurre sus días dando clases y atento a las necesidades de su pequeña, el centro del mundo.
Junto a Sebas y William, un enigmático colaborador, sostienen la revista El viento, con artículos sobre Filosofía e Historia, una suerte de radar y refugio contra la cotidianidad y un mundo hostil.
Continuar leyendo «Sucede la vida»Un mosaico de resignificaciones y una historia oriental en Patagonia
Guiños a a Kabawata y sus bellas durmientes, una poética de la escritura y una narrativa que hurga en los intersticios del lenguaje para consolidar una pulida historia, son los cimientos de La casa un tiempo equis, de Hernán Lasque, novela breve editada por Ediciones de La Grieta.
Ambientada entre Plottier y China Muerta, el protagonista vive en una pensión que no es una pensión, bajo el embrujo sensual de Kyoko y Mei, mientras escribe su primera novela en un cuaderno, acompañado de un maniquí.
Continuar leyendo «Un mosaico de resignificaciones y una historia oriental en Patagonia»Junta dos cosas que no se habían juntado antes y el mundo cambia
«Juntas dos cosas que no se habían juntado antes. Y el mundo cambia. La gente quizá no lo advierta en el momento, pero no importa. El mundo ha cambiado, no obstante». Así comienza Niveles de vida, de Julian Barnes.
Dividida en El pecado de la altura, En lo llano y La pérdida de la profundidad, la novela nos sumerge en los retos de los primeros vuelos de globos aerostáticos, la elevación del llano a través del amor y las pérdidas amorosas o irreparables.
En la primera de sus partes, se narra los deseos aventureros que querían conquistar el cielo con sus globos aerostáticos. «La primera ascensión de la historia en un globo de hidrógeno la realizó el físico Jacques Charles el 1 de diciembre de 1783. «Cuando sentí que me alejaba de la tierra», comentó, «mi reacción no fue de placer, sino de felicidad». Fue «un sentimiento moral», desliza una voz que emparenta las historias de quienes participaron en los primeros vuelos como Fred Burnaby, miembro del Consejo de la Sociedad Aeronáutica, la actriz Sara Bernhardt, Félix Tournachon (también conocido como Nadar, por sus trabajos fotográficos) y otros aeronautas como los hermanos Godard.
Continuar leyendo «Junta dos cosas que no se habían juntado antes y el mundo cambia»Primavera en un solo acto
Primavera en un solo acto
Estaba pintando la pared de la casa, situada a orillas del río Limay. De aguas muy claras y profundos; como hay pocos. La costanera angosta y sinuosa llegaba hasta la toma de viviendas precarias, vestidas de octubre gris. Apenas unas flores de retama iban comenzando a adornar los techos. Los álamos, erguidos, marcaban territorio.
El terreno estaba cercado. Era árido, con tierra suelta y arenosa. El viento insaciable le traía pimpollos rojos y le robaba semillas que se iban perdiendo en las costas. Batallaba contra la meseta, solitaria y poderosa. Allí el sol se ponía muy tarde. Se le habían quemado las manos cuando levantó la tapa del tanque de agua. Y el último invierno lo había pasado sin salamandra.
Cuando los sauces comenzaron a verdear, ella decidió irse. Él la alcanzó a ver entre los que lloraban más que nunca, mientras subía a la balsa. Sólo le dejó una nota que decía que no quería luchar como Don Quijote. En octubre, los frutales enquistados en el valle, seguían siendo víctimas de las heladas matinales. Un manzano muy bajo iba echando al mundo sus primeros hijos y un ciruelo gigante imponía su carácter. Se acordaba de Lina y de Roberto y de Lucho y Marina, luego del festejo de la bajada en canoa. Era celeste, medio despintada, de madera blanda y noble.
El día del ciclón, alguien que pasaba por ahí le preguntó si seguía con la idea de quedarse. Él, sin responderle, juntó los restos de unas flores castigadas y se las regaló. Luego entró a la casa; se acercó a la salamandra y avivó el fuego. Se fue a dormir temprano. Al día siguiente iba a arreglar el cerco de las rosas.
El cuento integra el libro “Vertiginosamente”, de Beatriz Mezzelani, de Neuquén capital, “un registro de elecciones sucesivas a través del tiempo; ése que nos suele jugar malas pasadas”, se manifiesta en la contratapa.
Con textos anclados en lo real y otros fantásticos donde lo extraño irrumpe en lo cotidiano, Beatriz propone un viaje vertiginoso. Primavera en un solo acto, De viajes y refugios, Benito Gómez, La sala “A”, El túnel, Desatino, Fotofobia, o Las luces y las estaciones, donde un tren avanza alocadamente y no se detiene en ninguna estación, forman parte de una travesía recomendable.
Acerca de la autora
Beatriz Mezzelani nació en Neuquén capital.
Ha publicado en antologías de la región y CABA. Por sus cuentos ha sido premiada en dos oportunidades. Algunos de ellos se han publicado en revistas on line y sitios web. Varios de sus textos breves fueron seleccionados para participar en la categoría de Escritora lectora en el Congreso Internacional de Minificción, realizado en la Universidad Nacional del Comahue en 2016.
Actualmente trabaja en la producción de una obra sobre su ciudad natal.
Las cosas de la memoria se convierten en algo que no fueron antes
Moore repasa la relación entre dos amigas como aquello que hemos perdido y que quizás nos hacía mejores. Las cosas en la memoria, lo sé, se vuelven rígidas y se desplazan, se convierten en algo que no fueron nunca antes. Como cuando un ejército interviene un país. O un jardín de verano se vuelve rojo con las hojas del otoño. El pasado se convoca en gran medida por un acto de brujería; las artes de una prostituta, collage y brebaje, ojo de lagartija, corazón de caballo. Aun así, la casa de mi niñez está grabada en mi memoria como si fuera la forma de mi propia mente: una mente con forma de casa; ¿por qué no? Fue a partir de esta mente particular que yo me atreví a cualquier peligro salvaje o postura sentimental o salto hacia algo lejano. Pero esta mente albergaba la semilla germinada de cada acto. Yo flotaba sobre ella, pero cerca, como las figuras en un Chagall.
Uno no puede hacer nada con la fe de los otros
Inventar historias es la única forma de forjar nuevos sueños
Opacar el ruido de un tren que no es un tren
La muerte de un familiar es una excusa para volver a casa. ¿Alguna vez terminamos de irnos?, ¿y si nos vamos, pensamos en regresar?, ¿nos arraigamos en nuevos lugares? Son algunas de las preguntas que se desprenden de la novela El sistema del tactode Alejandra Costamagna.