Solos en América

Solos en América. Es ese disco y no otro el que me recuerda a vos. También el aroma de una crema que identificaría tiempo después. Curiosos los recuerdos.

Si lo pienso, más de una vez estuve atravesado por Miguel Mateos. Cómo no repetir hasta el hartazgo En la Argentina hacen falta huevos o Puedo acabar con el machismo argentino, ya lo vas a ver, ya lo vas a ver.

Pues siguen faltando huevos, y del machismo… qué contarte.

Continuar leyendo «Solos en América»

Sigo suelto, corazón

—Cómo anda poeta, usted que sabe, ¿Me recomienda libros para leer?pregunté.

Y así lo hizo. Con Fede nos vemos menos de lo que debiéramos, pero compartimos lecturas, comentarios y textos. Tenemos en común lo de trabajar en silencio y sin estridencias, si de escribir se trata.

Entre esos libros de poesía, me pasó un inédito:

Quién dijo

Pasé toda la noche mirando estrellas
se me llenaron los ojos de vacío,
el viento traía voces desde la esquina
de los tiempos, las robaba y las hacía
pasear por los viejos armatostes
que va dejando el petróleo.
Subido al techo del viejo tráiler desafío
la ferocidad de las ráfagas,
algo adentro del alma debe haber
necesito sentirme vivo,
arañar está percepción obsoleta
de acero oxidado.

-No hay que ser un muerto para ser fantasma-
eso me decía a mí mismo mientras divagaba
debajo de unos pinos negros y estáticos.
¿Quién dijo que la noche no entra en una mirada?
Todo es un diagrama lleno de posibilidades.

(Del poemario, Barreras en la noche, de Federico Espinosa, poeta neuquino).
Continuar leyendo «Sigo suelto, corazón»

Promesa

Afuera. Sabés del afuera, todo es violencia en nombre de la libertad y palos a jubilados.

En el bodegón una piba cantaba acompañada de su guitarra y se oía como olas que arropan la arena.

Te comentaría de Plath y su atrocidad de los atardeceres. O Ernaux: En mis textos, tengo la impresión de estar cavando siempre el mismo hoyo; sus diarios sin plazos de publicación, un mero estar ahí, una zona en construcción.

Maravillosa definición de la escritura.

O más adelante:

Lo que escribo en un diario, sea del tipo que sea, se nutre del presente. Por diferentes razones, ciertamente, como fijar una emoción, un encuentro, unas dificultades de la vida o de la escritura, con la convicción de que escribirlas me ayudará de una manera u otra. El diario es el depósito de la fugacidad.(*)

Quizás no habría lecturas, ni comentarios. Son arteras las casualidades, sí la complicidad tácita de un reencuentro, un diario sin plazos. No sé si suficiente, un primer paso que no estaba mal.

(*) Annie Ernaux, La escritura como un cuchillo, edición digital.

El resplandor del alba

Domingo, todavía no amaneció.

Por alguna razón la gata me despertó temprano. Ignoro dónde está ahora, pero desde hace días, ronda intranquila por la casa, como si se solidarizara con nosotros.

Afuera, desorientación. Tejido social hecho pedazos, apología de la crueldad, violencia de género. Podría seguir enumerando. De nada sirve. O sí. Lecturas a las que aferrarse:

Continuar leyendo «El resplandor del alba»

No poder sentir

La poesía era ver nieve en verano, escribe Cecilia Pavón (*).

Un televisor encendido con el documental de Wim Wenders, Buena Vista Social Club.

Está en Mubi.

Me dejo llevar por la música cubana, tonada de liberación y sufrimiento, si las hay.

Los preparativos de la cena. Como trabajador de prensa —vaya paradoja— ignorancia adrede de una realidad atroz. ¿Ningún diputado o diputada va a presentar un proyecto de ley para echar a sus pares que visitaron a Astiz?

Mientras tanto, borradores que avanzan, textos que todavía no conforman un libro. O sí. Sin esperanza y sin desesperación.

Otra vez Cecilia Pavón: En realidad somos todos aprendices de los textos que leemos. Y unos versos más abajo: Escribir desde los sentimientos te enseña que no hay problemas en realidad, los problemas son siempre no poder sentir.

Me lo guardo. Para contrarrestar esta época patética.

(*) Del poema Corona de novia.

(**) En Querido Diario, en Poesía reunida, Blatt & Ríos, edición digital. (Foto libre de Unsplash).

En mi barrio

En mi barrio hay días en que las vacas pastan en las veredas y los caballos se pasean impunemente por las calles, como salidos de otro tiempo y espacio. A nadie le sorprende, a pesar de que estemos en el siglo veintiuno.

No faltan expulsados que baten palmas. «Le barro la vereda, le corto el pasto, ¿Me presta una sierra para podarle ese árbol?». Crecen en número, junto a la exaltación de la individualidad y el desprecio a lo diverso, entre otras crueldades.

También hay un supermercado chino y sus ofertas. Allí se congregan vehículos último modelo y quienes ven en cartones, vidrios o cualquier cosa para reciclar, la oportunidad de arrimar algo a la olla.

Y que decir de la panadería que regala pan caliente a los que baten las palmas casa por casa. Bocanada de solidaridad.

De la lejanía, música del altiplano. Quenas y sikus son interrumpidos por la voz pastosa: «la papa, la batata, la cebolla, la zanahoria, señooora… aproveche la oferta señoora», se escucha desde un camioncito destartalado que avanza de milagro. Otra pausa. Más quenas y sikus, en un atisbo de poema barrial que irrumpe en la indolencia de la mañana.

Libros alados

¿Qué será esto visto desde el futuro cuando mi tiempo no sea más mío y aunque hoy mismo no lo sea?(*). La poesía de un par en esto de escribir.

Ismael canta Somos.

Y en estos días el que escribe, consciente del privilegio

de nacer en esta orilla, cree que aún este será el tiempo

del ángel temeroso que suspira, átomo que gira en solitario,

alienígena nacido en esta tierra, del sueño sublime, en fin,

del hombre y la mujer que buscan otro mundo posible.
Continuar leyendo «Libros alados»

Jubilado de la mínima

Camino por una ciudad abandonada (tentado de escribir arrasada). Es lunes, pero no lo parece. Solo veo desamparados, desposeídos de toda fe como limpiavidrios, motos de mensajería, algún que otro adolescente.

Un centro como grotesca película de terror. El banco parece un buen lugar para leer.

Continuar leyendo «Jubilado de la mínima»

Anotaciones de otoño. Esto pasará

Foto: Plan B Noticias

La voz rezuma angustia, acorde a los tiempos que corren.

Les quitaron las pensiones a un matrimonio de personas con hipoacusia. Vinieron acá, junto al empleado del banco que no pudo pagarles, a preguntar por qué. Y no tenemos respuestas, porque ni siquiera hay un delegado nacional que dé la cara por estas decisiones, cuenta una voz en Anses, la que se salvó de los despidos.

Continuar leyendo «Anotaciones de otoño. Esto pasará»