Vías y puertos

Fue Nuto quien me dijo que con el tren se va a todas partes, y que cuando terminan las vías, comienzan los puertos, que los barcos tienen itinerarios, todo el mundo es una red de rutas y de puertos, un itinerario de gente que viaja, que hace y que deshace , y en todas partes hay gente capaz y gente necia.

(Pavese, Cesare, “La luna y las fogatas”, Buenos Aires, Adriana Hidalgo Editora, 2013., p.133)

Tengo toda la escritura por delante

“Escribir fragmentos, escribir notas en una libreta al vuelo de los días, es lo que más se acerca a una escritura que no sabe que miente. Luego, cuando se reelabora, se crean los subterfugios y establecen las maneras de no decir o no decir del todo. Pero aquí, en esta libreta negra, todavía no sé lo que no me permitiría confesar. No importa si lo que digo es cierto. Ni siquiera hace falta saberlo. No sé lo que pasará mañana. No sé lo que escribiré después. Tengo toda la escritura por delante.”

(Lalo, Eduardo, “Simone”, Buenos Aires, Corregidor, 2012, p. 58).
Me rindo ante Lalo, no hay caso. Pienso en la escritura fragmentaria, el derroche de palabras en una libreta, mientras paseo en la ciudad. La señora y su hijo esperan un colectivo que no llega, como yo. Él la abraza, ella simula quejarse, pero se deja contener. “Sos un payaso”, escucho.
Enfrente, una pareja apoyada contra una vidriera de instrumentos musicales. Sus besos, la música de sus gestos.
Me olvidé los auriculares. Bocinazos, prisas, palabras que arrojo sin pensar, acaso como Simone. ¿Por qué todavía seguimos escribiendo?
Pasan los colectivos amarillos y el mío que no llega.
El cielo encapotado, el mimo del olor a lluvia.  ¿Es aquél? No tampoco.