Amanecí con una molestia en la garganta. Descarto cualquier cosa, no hay viaje a zona de contacto y no me he movido de casa. «¿Todos no nos sentimos un poco enfermos»? Leí por ahí. Y ya que estamos, ¿Estaremos escribiendo un diario, crónica, novela realista o distópica sobre el COVID-19? Qué aburrido y monotemático será el 2021.
Abro la ventana, el olor a humedad llena la casa. Todos duermen. No son las siete y ya trabajando.
Hay un gato negro que intentamos adoptar. Por ahora viene y come nomás. Ayer le dejamos la puerta abierta del comedor, se asomó un par de veces y escapó.
He decidido que las primeras líneas del día serán para la escritura. Sueños, primeras letras, palabras que asomen en mi cabeza.
Preocupa el futuro, en un alarde de originalidad.
Otro día de cuarentena
Intentar que el miedo no gane. No gana, pero se asoma por la puerta, como el nuevo gatito negro, que ayer se animó a más y recorrió el comedor, la despensa, para salir de nuevo afuera. Se viene una nueva mascota, aunque intuyo que será difícil de atrapar, gato del aire, juguetón que por ahora duerme sobre una heladera vieja, protegido de perros y depredadores. Animales y humanos.
Leía en Twitter: «cuatro pajas en un día, hablame de pulsiones de vida». Cortar una madera con un serrucho gastado, ocupar el cuerpo y la mente, alejarla del «enemigo invisible», gran definición presidencial. Anoche llamé al viejo, a ver cómo andaba. Asustado y guardado.
Lecturas: «Como las estrellas, estamos viendo la luz de un mundo que ya no será igual», o algo por el estilo, de Claudia Piñeiro.
«Concluyo que la escritura es un diálogo de entrecasa, y que, de cualquier tradición, por más pequeña que sea, existen textos parásitos, sin autonomía. Textos cuya significación estriba en las espaldas de otros textos», Humberto Bas, en Gil Wolf. Quizás como este diario.
Pulsiones de vida y sociedad de la vigilancia. «Qué raro todo», casi una confesión. Trato de mirar la suficiente tevé para estar informado y no morir aterrorizado en el intento. Lecturas dispersas, trabajos manuales, cama elástica como ejercicio y mirada al cielo. Desconfiar de los mensajes motivacionales. Conservar rutinas para no desfallecer. Dispersión.
Parece que la cuarentena se extenderá.
Imagen de Akhil Kokani en Pixabay