El sereno le alcanza un mate entre los espacios de un alambrado que separa dos mundos.
El otro acepta con un gesto de cabeza y comenta algo sobre el frío. Aprieta la calabaza con las dos manos, deja que el calor lo abrigue por un instante, demora la devolución del convite.
El alambrado divide unos pocos pesos del abismo, sobrevivir o deambular en agonía, la ocupación del no pertenecer, el trabajo de su falta.
Devuelve el mate y pregunta de nuevo. Debe preguntar, a pesar de que conoce la respuesta.
No hay vacantes advierte el cartel en la puerta del edificio en construcción.
Por eso, ante todo…que el mate no falte.
Me sorprendió ver que es toda una tradición… y una necesidad.
Besos
Cuando el trabajo falta, que una mano amiga o extraña nos preste el calor de un mate.
Un abrazo.
La pregunta puede ser si con un mate alcanza, o si un alambrado puede separar esos dos mundos.
La respuesta: estupendo relato de dos realidades
Abrazo!
No dejo de sorprenderme y admirar tus relatos sobre los desfavorecidos. Y celebro el regalo que es tu mirada sensible con todas esas personas que simplemente han tenido menos suerte e injustamente menos medios.
Un beso grande, Horacio