De aquel viaje quedaron lecturas, canciones a las que no regresé, una pintura que me obsequiaste, el murmullo del agua.
También la arena bajo los pies, mi desconfianza en las mareas, noches o mañanas incendiarias que la edad nos permitía.
No faltaba el té blanco en el desayuno y la única condición era desconectar los teléfonos. «El Yin Zhen se recolecta cuando nacen los primeros brotes, por eso es tan preciado, dejate llevar por el aroma».
Ignoro si vendrás, pero lo cierto es que recorro la playa rodeado de adolescentes hormonales y la pausa que impone el flujo y reflujo del mar.
A veces camino hasta nuestro peñasco si mis energías me lo permiten. Y aguzo el oído, con la esperanza de que el viento arrastre tu voz en el remitente sonoro de las olas.
Aproximaciones al mar V, está acá
Qué nostalgia en la mirada, qué regreso a un ayer vestido de mar.
Un abrazo