«La mitad del camino que recorremos no es otra cosa que desandar lo andado. Tal vez deberíamos salir, tomar con espíritu de aventura por el camino más corto, y nunca regresar, preparados para enviar de regreso a nuestros desolados reinos, solo nuestro corazón embalsamado, como una reliquia. Si estás listo para dejar a tu padre y a tu madre, a tu hermano y a tu hermana, a tu esposa e hijo y amigos, y nunca volverlos a ver, —si has pagado tus deudas, has cumplido tu voluntad, has resuelto tus compromisos y eres un hombre libre— entonces estás listo para una caminata».
(p.17).
«Cada atardecer del que puedo ser testigo me inspira el deseo de partir hacia un oeste tan lejano y hermoso como la puesta del sol. Él parece migrar hacia el oeste diariamente e intenta que lo sigamos».
(p.33).
(Thoreau, «Caminar», Buenos Aires, Interzona Editora, 2109.