Libros en el suelo. Libros sobre la mesa. Abiertos, rayados, intocables, manoseados. Propios y ajenos. Libros bajo la almohada. Regalados, prestados, robados, nunca devueltos, palabras que pisoteo y rescato, que atesoro y descarto, que desando y escucho, cual ronroneos gatunos.
Libros y más libros. Palabras y más palabras. Títulos con apuesta a la lectura, enunciados impostores, virtuales y vacíos como los pulgares en alto y otros emojis, o prometedores y necesarios como las voces amigas.
Libros y más libros. Perdidos y encontrados, que no se pueden comer ni arriman nada a una olla, pero alimentan. Palabras y más palabras, apretujadas, rabiosas, imperiosas, egoístas, colectivas, triviales y pobres.
Libros y más libros, palabras que huyen de las páginas y se esconden en el suelo, que me habitan y se escapan, que se complotan para no escribir. O sí, con la certeza de que va a fallar, con la certeza de que saldrá bien (*). ¿Sí?. Ya no lo sé, pero enciendo el ordenador, levanto la guardia, amaso, respondo los golpes. Escribo.
(Imagen: Freepik.es)
(*) En préstamo a Leila Guerriero, en Teoría de la gravedad.