
La charla le llegaba a ramalazos. Debía irse del bar. Iba para dos horas que estaba ahí.
—Ahora se puede caminar más tranquilo.
El otro asintió y bebió un sorbo de café.
—Faltaba orden. Mirá que no le tenía mucha confianza.
—Y libertad—concedió y llamó al mozo con el brazo levantado.
—Dejá yo invito —dijo el más joven.
Continuar leyendo «El Renault 4 (otro comienzo para «El porvenir es una ilusión»»