Fue un despertar cálido, una cercanía que se fue esfumando con el correr de los minutos.
Últimamente regresás en sueños, pliegues y arrugas de un lecho desordenado y vacío.
¿Había olas, arena, estrellas mironas, tus hombros sin breteles?. No estoy seguro. Sí que fue un verano inolvidable, a pesar de mi resistencia al mar.
De los días felices quedó tu olor salino, las caminatas por la playa, las carcajadas. También los silencios de penas que no contabas, miradas a las que debí prestar atención.
Por ahora no pienso regresar. Para qué, si ahí no hay nada.
Aquí adivino las montañas, el lago, el espacio al que huí para que las olas no trajeran tu nombre.
Puedo decir que todavía respiro, trabajo. Hasta voy al cine. Me pregunto si vivo.
Clarea y la luz despeja la insensatez de acompañarte.
Buena aproximación. Dan ganas de sentir el mar ya mismo, pero en verano no lo consigo sin multitudes o sin aguavivas.
Me voy a las otras aproximaciones…
abrazo
¡Cuánta melancolía! Tanta como es capaz de traer y llevar el mar, con cada ola, con cada marea.
Hay paisajes que por más que nos alejemos siempre vienen con nosotros, aunque sea en sueños. Son inolvidables porque están llenos de risa, de llantos, de silencios y conversaciones… de vida.
Hoy, un beso grande como siempre, y también un abrazo
el mar , como las olas, nos regala instantes maravillosos, no siempre alegres , pero siempre vividos
Hermoso texto
buen finde
Regresar donde ya no hay nada, ¿Para qué?
Un placer leerte. Saludos.