Los saldos de septiembre

Miles Davis, So what, de fondo.

Shushu que me mira desde la silla. Parece gustarle. Cierra los ojos. Pocas veces la oí ronronear.

Últimamente, me aferro a la poesía. Para exorcizar, para espantar el pesimismo. Busco en los versos el silencio que la narrativa impone.

No sé si llegaré a buen puerto, pero lo intento.

Hace tiempo que las palabras me esquivan. De nada sirve echar mano a viejas recetas.

¿Son los versos piedras para derrumbar un bloqueo?

Decididamente, le gusta Davis. Apoya el hocico contra el almohadón. No sé cómo hace para respirar, pero lo logra. Como si me escuchara, levanta la cabeza y comienza a lavarse.

¿Brisas?, varias.

El recital de Susy Shock: «Lo que venga, llámese como se llame, no puede estar exento de una espiritualidad que nos ponga en otros órdenes nuevos, en otras armonías nuevas… Somos un país, dimos vuelta un país, mirá si no lo vamos a reconstruir mejor todavía».

«El ejercicio furioso de no olvidar», también anoté.

La imponente marcha por la educación pública, bajo la lluvia, para dotarle una épica.

Reencuentros en la Feria del Libro.

Los saldos de septiembre.

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