Escribimos en el camino

¿Escritura analógica o digital?. Las cartas como una forma de comunicación y la necesidad de hablar. También, una reflexión sobre la literatura y la creación literaria. Algunos de los temas que plantea esta novela.

Transcribo un fragmento.


«-Dicen que la gente miente más cuando escribe emails que cuando escribe cartas en papel. No me gusta la correspondencia digital. Prefiero lo analógico. Puedes tenerlas contigo, sacarlas y leerlas en cualquier momento y lugar. No es conveniente tener que encender el ordenador cada vez que quieres leer un email, no se siente el afecto y además es un desperdicio tener que pagar la factura de la electricidad aparte para escribir y recibir cartas. ¿Cómo es posible que incluso una actividad humana tan básica como escribir requiera las personas requiera dinero?… Además, lo creas o no, el carácter y la dignidad de las personas se manifiestan en su escritura. Mediante ella se puede obtener información vital del otro. Sé que lo digital es bueno y conveniente, pero nunca puede mostrar su valor sin la electricidad. No es fiable. Lo analógico es especialmente apropiado para viajeros como yo.

-Pero con los emails no necesitas pagar por papel, sobres, sellos ni utensilios de escritura. Además, es rápido, puedes confirmar su recepción y puedes cancelar los envíos si cambias de opinión. Al final, ambos medios tienen sus propios costes. Estamos en la era del «digilog» en la que lo digital no es suficiente por sí mismo y lo analógico tampoco, así que deberías probar a combinar ambos. Hay gente que prefiere las cartas de papel, pero otros están acostumbrados al email.

-Lo importante es el afecto y el sentimiento que se puede percibir con las manos.

-Los emails también tienen algo parecido.

-Me rindo. No creo que nos pongamos de acuerdo por más que nos pasemos la noche discutiendo.

Me giro hacia la ventana. La luna brilla y cierro suave-mente los ojos. Con ellos cerrados le pregunto:

-¿No piensas en volver a casa? El día que reciba una respuesta será el último de mi viaje, pero ¿qué hay de ti, 751?

Escucho su voz a mis espaldas:

– Volveré el día que termine mi novela.

Abro los ojos de nuevo.

-¿Escribes mientras viajas?

-Cuando se publica una novela salgo al mundo a venderla, a observar y buscar nuevas ideas. Si se me ocurre otra, empiezo a escribirla y cuando termino también lo hace mi viaje.

-Entonces, el propósito de tus viajes es escribir novelas más que venderlas, ¿no? ¿Consigues material deambulando por ahí?

-Eso es.

-¿Eres una especie de novelista itinerante?

-Para escribir es fundamental escuchar y observar a otras personas.

-Entonces, ¿me has estado siguiendo para observarme?

-No, lo hice porque quiero escuchar tu historia.

-¿Queda algo más que quieras saber?

-Lo que quieras contarme, o.

-¿Cuánto llevas escrito de tu novela?

-Ya casi he terminado.

-Entonces te irás pronto a casa.

-Te gustaría que terminase rápido, ¿no?

-Por supuesto.

La mujer se calla cuando le doy esa respuesta fría. ¿Habré herido sus sentimientos?

-Somerset Maugham dijo que no hay mayor ejercicio de poder que conseguir que alguien que no conoces ni has visto nunca lea tus obras y se conmueva con ellas, tocar su alma y provocar que sienta lástima o terror -añado.

-Es verdad, las palabras escritas son más fuertes que cualquier poder. Así que un día tus cartas también mostrarán su poder en forma de respuestas, o.

-No hace falta que intentes consolarme.

-Lo he dicho porque ambos escribimos en el camino.

Cierro los ojos de nuevo. Siento el cuerpo ligero, como si se me hubiera pasado el resfriado».


(Fragmento de «Ya nadie escribe cartas», de Jan Eun-jin. Traducción de Álvaro Trigo, publicado por Shiro Libros).

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