El verano no terminaba de asomarse y nos buscábamos entre las sábanas para no acostumbrarnos a las mujeres muertas, la naturalización de la pobreza.
Preguntas ahogadas, gemidos despeinados, reverso del horror que pierde por goleada contra el imperio de las fieras.
Imagen: Pixabay
Nunca nos acostumbremos, Horacio. Como sea. Es la única manera de poder darlo vuelta.
Abrazo!
Triste de quem se acostuma com certos aspectos da nossa realidade, como se aceitasse e com nada mais se importasse além da flor do próprio umbigo. Um abraço.
Hola Horacio, vengo del blog de Dana, a chusmear un poco.
Todo los posts que leí me gustaron y este micro en particular, con imágenes interesantes y personales que dicen mucho en su brevedad.
Saludos.
Breve y conciso, me gustaron tus medidas anticiclicas. 🙂 Un abrazo.
Debemos encontrar antídotos a los dolores de este mundo. Algunos parecen especialmente efectivos
Un beso grande
Acostumbrarse a las mujeres muertas… leo y vuelvo a leer… es un fogonazo…
Saludos.
Está genial tu micro, hay mujeres muertas vivientes .
Un besazo.
Horacio, muy bueno tu texto.
Besos enormes.
Preciosas palabras,
Dejo aquí mi blogg por si queréis echarle un vistazo, espero que os guste.
https://m-annita.blogspot.com/
Saludos,
Mannita