Dejar los libros era una manera de regresar

Martín recordó la puerta que había pasado por alto y regresó al comedor. Estaba cerrada. Probó con el manojo de llaves hasta que la cerradura cedió.
La sorpresa fue mayúscula.
Allí, en medio de pampa, había un tesoro impensado. Columnas de libros apilados, que supuso parte de la biblioteca personal de Leandro, descansaban al abrigo de la oscuridad, sorprendidos por su profanación.
El Negro se entretuvo mirando los títulos. Tragedias griegas, las obras completas de Tolstoi, Dante y su Comedia, unos compendios de la historia de la filosofía, ensayos históricos y una gran variedad de textos que recorría buena parte de la Literatura Universal. Se preguntó por qué Leandro no los había llevado consigo. Quizás dejar los libros era una manera de regresar y no despedirse del pasado, aferrarse a la esperanza de un improbable pero no descartado regreso.

A propósito del Día Internacional del Libro y el Derecho de Autor, en Argentina.
Fragmento de «El porvenir es una ilusión», novela publicada por Colisión Libros, Buenos Aires, Argentina.

6 opiniones en “Dejar los libros era una manera de regresar”

  1. Excelente fragmento Horacio, dejar lo más importante es una manera de desear volver para recuperarlo. Me dio ganas de seguir leyendo títulos, siempre que me enfrento a una biblioteca nueva me pasa.
    Punto interesante para encarar "El porvenir es una ilusión"

    Abrazo!

  2. Buena parte de mis libros, más de la mitad, siguen en Galicia, en casa de mis padres. Siempre creí que esperando el momento oportuno para traerlos, quizás en un contenedor en barco. Ahora me hace sentido lo que dices: creo que esperan mi regreso. Que los dejé para regresar.

    Un beso grande, Horacio

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