Las palabras están cansadas. Agotadas de que las nombren en vano, hartas de la hipocresía, los ninguneos y los ninguneados.
No hay tregua que sacie la voracidad de lo real. El asco de las mentiras que se repiten hasta el hartazgo por (casi) todos los canales de tevé, la escalada de una violencia verbal y gestual que parece no tener techo.
Me dijeron que el futuro se labraba/y yo por mucho que miro/sólo encuentro temor/y ningún motivo/para seguir contando mis pasos.
Buena síntesis de Loreto Sesma. La poesía y el blog como refugio. Para mi sorpresa todavía existen algunos y veo a varios y varias refugiarse allí.
“Alivio contra la ferocidad” está casi listo. Textos urgentes que se fueron buscando, apiñando entre ellos en un corpus que esperan por una última revisión.
Carlos Busqued (impresionante obra “Bajo un sol tremendo”) dice en un tuit que si alguien regala un libro es porque no valora lo que escribe. No acuerdo, pero me quedo pensando en ello.
Sábado. Las palabras siguen cansadas y el mate se enfrió. No había salido bueno tampoco. Habrá que ensillarlo, como también consolidar la tregua con lo real. Por lo menos por un rato, hacer las paces, tender puentes, trabajar en ese prólogo que se niega. Espantar los ruidos para oír las voces.
interesante tu escrito. especialmente me gusta porque da para debatir. comprendo esa sensación en la época que vivimos de que las palabras se hayan cansado, que sintamos que caen al vacío pero, si nos permitimos callarlas. que nos queda? como llegaremos a aquellos pájaros que visten nuestros mismos colores y nos necesitan para saber que no están solos y apoyarse en esas palabras para continuar el vuelo sin callar su canto?. yo las necesito, de ellas me nutro y me sostengo para no caer.es por eso que agradezco, entre otras, a las tuyas en cada lectura.
con respecto a esta opinion de que no hay que regalar los libros porque nos desvalorizamos, eso no lo comparto. mi parecer es totalmente opuesto pero creo que sobre eso lo comentare, si puedo, en otra oportunidad 🙂
lo que se agota es la cavidad bucal para emitirlas pero la mente no, allí se generan oscuramente en el gris perfecto 😉
salutos y buen finde Horacio
Si pudieran las palabras se exiliarían de nuestras bocas.
Tanto maltratarlas, tanto prostituirlas, tant ensuciarlas…
me ha encantado tu entrada
Por lo menos por un rato, hacer las paces…
Me agarro al poema de Celaya: La poesía (la palabra) es un arma cargada de futuro; a la fábula del colibrí con su pico lleno de agua para apagar el voraz incendio y en paz porque él hace su parte, a la certeza de que la resignación y el resentimiento nos roban todo poder de acción para cambiar las cosas… Y me quedo con tu hacer las paces, al menos por un rato, agradeciendo esos momentos que, al final, nos regalan la lectura, la reflexión, el despertar, el seguir conectados.
Un beso
Me has guiado hasta aquí y también me quedo. Un saludo