“No pretendo excusarme, pero en aquel momento no me sentía con ánimo para juzgar si lo que hacía era correcto o no. Tan solo me aferraba a un tablón a la deriva y me dejaba arrastrar por la corriente. A mi alrededor todo estaba a oscuras, en el cielo no se atisbaba una sola estrella ni había rastro de la luna. Agarrarme a ese tablón impedía que me ahogase, pero no sabía dónde estaba, adónde me dirigía.”
(Murakami, Haruki, “La muerte del comendador”)
El sol amaga con esconderse en esta mañana de domingo. Silencio, casi absoluto. Viento, una leve brisa por ahora, como corresponde a la Patagonia. Dejarse llevar por las palabras, quizás un intento de recuperar un pulso, de regresar a un camino conocido, sin atajos ni ataduras.
«No disimular nada ni ocultar nada. Escribir sobre las cosas más cercanas a nuestro dolor y a nuestra felicidad. Escribir sobre nuestra torpeza sexual. Sobre el sufrimiento de Tántalo. La magnitud de nuestro desaliento -creo entreverlo en sueños-. Nuestra desesperación. Escribir sobre los necios sufrimientos de la angustia», dice Luis y replico. Ahora que lo pienso, esta es una entrada sobre réplicas y reproducciones. Dejarse llevar como el tablón a la deriva y tratar de no ahogarse en estos tiempos de ferocidad.
Quizás se trate de aferrarse a ese tablón con certezas que nos mantienen a flote, la obstinación de la escritura y este espacio de encuentro, en esta suerte de diario desatendido como escribí por ahí.
La mañana despierta y los ruidos de la calle llegan con intermitencia. El viento espantó las nubes, dejando un celeste claro, de esperanza atiplada, como suele suceder en las mañanas de domingo.
Me ha gustado la imagen de las palabras, la escritura, como una tabla de salvación a la que aferrarse. No sabemos dónde nos llevará, pero al menos, de momento, no nos ahogaremos.
Saludos y feliz semana.
Ser capaz de aceptar el caos y danzar en él, como dejarse arremolinar por la ola que nos toma por sorpresa y nos golpea, nos envuelve, nos agita, para luego, en algún momento, dejarnos en la quietud de la orilla. Y mientras estamos inmersos en la ola que rompe, que nos rompe, esas certezas, desahogos y encuentros que nos permiten asomar la cabeza para tomar aire.
Un beso, Horacio
Diseccionas el domingo con una maestría digna de elogio.
Parece que lo hubiera visto.
cualquier día es bueno para escribir,
cualquier día es tabla de salvación palabrera,
estigmatizar al domingo no es justo ,
pero ya sabes , es más fácil seguir la corriente o lo consensuado jejeje
abrazos Horacio y buena semana