Sábado. La gata ha cambiado de costumbre y ya no ronca con una impunidad absoluta mientras escribo. Desde hace días monta guardia en una banqueta que por los azares de la limpieza quedó al lado de mi mesa.
No duerme y me mira. A veces espía hacia la ventana y vigila el jardín lluvioso. Recorro algunos blogs, descubro otros, tregua momentánea y no tanta, porque en la radio siguen analizando los despojos de un país.
“…he olvidado casi todo lo que aprendí y me cuesta extraer como de un pozo lo poco que sé”, coincido. Más leo y cuando escribo menos expectativas deposito en el resultado, si es que hay alguno en este rejunte de palabras. Escribir es como respirar, me van a tener que seguir leyendo (iba a escribir soportando).
En lo estrictamente literario, más de treinta personas descargaron “Alivio contra la ferocidad”, en su primera semana. Picaron en punta el PDF y el archivo en pliegos, listo para imprimir, cual librito para llevar. Gracias a quienes se animaron.
Volviendo a las treguas, la lluvia paró, dejando un cielo encapotado, el olor del pasto mojado que dispara los recuerdos a otras tierras y otras lluvias. Siempre presentes. El cajón de la memoria y los tesoros bajo llave.
En el mientras tanto, la escritura. Y este sábado de mate frío y que habrá que ensillar de nuevo.
Me encanta la atmósfera que lograste en tu relato, Horacio. Si alguna vez subís una foto con tu gato quisiera por favor me autorices a publicarla en mi blog con algún texto tuyo sobre gatos, obvio, para de paso divulgar también tu blog.
Abrazo.
Cuánta belleza en eso que llamas "rejunte de palabras"! (Tu calificativo no hace justicia a tus textos).
También me encantaría conocer a tu gata.
Un beso